martes, 25 de agosto de 2009

El Tiempo.

La definición del término Tiempo en Música.


EI término t. ofrece en música varios significados. El sonido se produce por el movimiento vibratorio del cuerpo sonoro. Su duración puede ser controlada voluntariamente en relación con un criterio mensural concreto (reloj, diferentes velocidades de metrónomo, pulsaciones humanas, resolución aleatoria del intérprete, etc.). Por su periodicidad se erige en medio externo idóneo para la concepción objetiva del tiempo. El compositor ordena y configura sonidos, vibraciones sucesivas y simultáneas de diversa duración. La representación gráfica es espacial, pero toda partitura significa la delimitación de un bloque temporal integrado por la suma de movimientos parciales continuos y discontinuos.

La estructuración temporal exige la elección de una unidad de t. con la que hay que relacionar las restantes duraciones. Por el carácter vocal de la primitiva música griega, el músico estableció una distinción entre notas largas y breves en correspondencia con la observación de la cantidad silábica. Las diferentes combinaciones constituyeron los pies rítmicos elementales. La breve fue considerada como unidad. En el canto y música gregoriano (v.) se observa un predominio isorrítmico. Cuando se desarrolla en el s. XIII el principio mensural, su fundamento deriva también del reconocimiento de la división temporal en notas longas y breves. Con ellas se forman los primeros modos rítmicos de este periodo.

Luego se tiende al empleo de valores fraccionados de la breve y de otros mayores que la longa: surgen, por un lado, la semibreve y la mínima y, por otro, la doble y la triple longa. Posteriormente se continúa el proceso de fraccionamiento y se crean nuevas figuras. La relación primitiva entre las notas medievales se establece según un módulo ternario. Cuando se añadieron otras divisiones se organizaron con carácter binario. Pero esta equivalencia se aplicó también de manera potestativa a las figuras mayores. Se hizo, por tanto, necesaria la distinción de la doble posibilidad. La palabra tiempo fue utilizada entonces para denominar el nexo entre la breve y la semibreve: se llamó respectivamente t. perfecto e imperfecto al valor ternario o binario de aquélla. El primero se indicó con un círculo dispuesto al principio de la composición, el segundo con un semicírculo. Al adoptarse las líneas divisorias que distribuían la partitura en partes iguales o compases, la generalización del uso binario de la breve produjo la del semicírculo, que pasó a adquirir una función normativa como signo del compasillo, cumplimentado con una semibreve o por el número correspondiente de figuras menores.

En la determinación de los grupos rítmicos se conjuga un doble principio de organización de las duraciones y de los acentos; pero la disposición periódica de los sonidos tónicos contribuye también con su isocronía a la formación perceptiva de la imagen del tiempo. Por otra parte, la mensura se extiende lo mismo a la persistencia de las vibraciones que a los momentos supresivos de sonoridad: se valora también el silencio. En cuanto al ritmo, la notación comporta, pues, el uso de dos clases de signos. Las divisiones de los compases en distintas partes se denominan también t. (v. RITMO; NOTACIÓN MUSICAL).

En la elaboración de los grupos rítmicos musicales han ejercido decisiva influencia los poéticos y los derivados de la danza. Una melodía (v.) está formada por la sucesión de grupos elementales, generalmente de constitución uniforme. Estos núcleos primarios se reúnen en conjunciones que configuran aspectos parciales del entorno temporal total. Las cláusulas o cadencias establecen estos hiatos. En etapas clásicas se tiende a la delineación igual de estos periodos, pero es frecuente la práctica de simetrías complejas o de su misma ruptura para evitar la monotonía. La función estética del acompañamiento armónico de acordes no queda limitada al efecto sensorial de la sonoridad de la melodía, sino que acentúa su perfil temporal.

En la escritura contrapuntística se superponen diversas configuraciones cronológicas (v. CONTRAPUNTO). En las obras de elevado número de partes vocales o instrumentales la significación del curso temporal de cada una puede ser muy diferente por la distinta proporción de su participación respectiva en fases de sonoridad o de silencio. En el s. XX se ha intensificado el interés del compositor por la variedad en la realización melódica de las voces, porque se busca la mixtura de ordenaciones temporales diversas, sucesivas y simultáneas. La reducción a unidad de estas conformaciones basadas en elementos primarios desiguales precisa un elevado esfuerzo imaginativo y estructural. En la música actual de vanguardia adquiere singular relieve el factor temporal en la organización de los parámetros sonoros.

Las figuras de notas y silencios indican duraciones relativas. El valor absoluto puede determinarse por medio del metrónomo o por la referencia de la unidad de t. musical al astronómico del reloj. De una manera aproximada se concreta también mediante el uso de ciertos términos que comportan una nueva acepción de la palabra t. en música (t. adagio, lento, allegro, moderato, andante, etc.; v. SOLFEO). En relación con ella ha de señalarse otra más: la denominativa de las diferentes partes o movimientos de una composición de tipo sonata (sinfonía de cuatro tiempos, sonata de tres, etc.; v. MORFOLOGÍA III).

La correspondencia entre las emociones y los afectos humanos y los movimientos vitales funda la posibilidad de objetivación musical de los sentimientos. La capacidad expresiva de este arte se relaciona así con el t. de la obra. Si los tratadistas antiguos reconocían en cada escala modal una función significativa peculiar, habría queextender este criterio lo mismo a las ordenaciones temporales de los grupos primarios y elementales que a los movimientos indicados por las palabras anteriormente aludidas. La proyección de la personalidad del autor y de la intencionalidad expresiva motivan la conformación del t. de la obra.

Pero la configuración no queda solamente referida a unas coordenadas singulares. En ella cristalizan ideales estéticos contemporáneos, principios culturales coetáneos, preceptos técnicos legados por los maestros precedentes, orientaciones desarrolladas por los artistas de cada siglo y otros factores ambientales. Sobre estos elementos condicionantes ejerce el músico creador su libertad compositiva. Así, pues, aflora en sus partituras una doble perspectiva estilística, personal y general o colectiva. En una obra musical barroca, neoclásica o romántica (para citar unos ejemplos) pueden advertirse las notas que distinguen estos periodos, que, a su vez, contribuyen a definir. A los conceptos de t. musical anteriormente examinados hay que añadir, en consecuencia, este último: el curso sucesivo de la historia humana se refleja en la historia específica de este arte y en la estructura temporal delineada por el compositor en cada una de sus partituras.


F. J. LEÓN TELLO.
BIBL.: G. BRELET, Le temps musical. Essai d'une esthétique nouvelle de la musique, París 1949; CH. KOESCHLIN, Le temps et la musique, «Rev. musicale», enero 1926; P. SONVTCHINSKY, La notion de temps et la musique, «Rev. musicale», mayo-junio 1939; F. J. LEÓN TELLO, Estudios de historia de la teoría musical, Madrid 1962; fo, y M. M. SANZ, Introducción a la teoría de la música, Valencia 1972.

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